Américo Vespucio (en italiano Amerigo Vespucci) (9 de marzo de 1454, Florencia, Italia - 22 de febrero de 1512, Sevilla, España) fue un navegante italiano que trabajó al servicio del reino de Portugal y de la Corona de Castilla. Se le consideró el primer europeo en comprender que las tierras descubiertas por Cristóbal Colón conformaban un nuevo continente; por esta razón el cartógrafo Martin Waldseemüller en su mapa de 1507 utilizó el nombre de "América" en su honor como designación para el Nuevo Mundo. El relato a menudo fantasioso y contradictorio de sus viajes lo han ubicado como una de las figuras más controvertidas de la Era de las Exploraciones.Desde que Vespucio anunciara el hallazgo del nuevo continente, éste había recibido varios nombres, cuya aplicación y aceptación era generalmente regional. Así, los castellanos lo llamaban "Indias" o "La gran Tierra del Sur"; los portugueses, "Vera Cruz" o "Tierra Santa Cruz". Algunos cartógrafos empleaban "Tierra del Brasil" (que sin embargo aludía a una isla imaginaria), "Tierra de Loros", "Nueva India", o simplemente "Nuevo Mundo".
En la imprenta de la abadía de Saint-Dié-des-Vosges en Lorena, Francia, trabajaban varios editores que quedaron impresionados por la lectura de las publicaciones que pretendían narrar las proezas vespucianas: había llegado a sus manos un ejemplar traducido al alemán de la Lettera y otro francés de Mundus Novus, de los tantos que circulaban por Europa.
Decidieron dar a conocer las nuevas noticias en la forma de un pequeño tratado llamado Cosmographiae Introductio acompañado por una traducción al latín de la Lettera bajo el título "Quattuor Americi navigationes" ("Cuatro Viajes de Américo"), y publicarlos bajo la forma de un panfleto. El 25 de abril de 1507 salieron del taller las dos primeras ediciones. En el capítulo IX del texto se sugería que el nombre del Nuevo Mundo debería ser "América" (femenino por analogía a "Europa", "Asia" y "África") en honor de quien la reconociera como tal: "ab Americo Inventore (...) quasi Americi terram sive Americam" ("De Américo el descubridor (...) como si fuese la tierra de Américo o América")
Martin Waldseemüller, un destacado humanista alemán y profesor de cartografía que se desempeñaba como dibujante y corrector de pruebas del grupo, inscribió el sonoro nombre en un pequeño planisferio que incluyó en el panfleto. Allí aparece aplicado a Sudamérica (la primera de las tres américas en ser llamada así). En la parte superior del mapa, sobre el Viejo Mundo, aparece un retrato de Ptolomeo; sobre el Nuevo Mundo, uno de Vespucio. Además, Waldseemüller confeccionó una versión para ser proyectada en una esfera metálica, que sería regalada al monarca de Lorena.
La voz tiene tal eufonía y guarda tanta consonancia con las palabras "Asia" y "África" que inmediatamente se afincó en las lenguas noreuropeas. Sin embargo tardó en ser adoptado en la península ibérica y sus colonias, en donde el nombre mayoritariamente usado siguió siendo por bastante tiempo el de "Indias occidentales".
Se produjeron miles de copias de la Cosmographiae Introductio, pero los originales se perdieron y permanecieron así durante tres siglos y medio. Hacia 1890, mientras preparaba en París su Géographie du Nouveau Continent, Humboldt pudo dar con el paradero del panfleto. El mapamundi fue hallado poco después, en 1900, cuando lo descubrió el profesor Joseph Fischer dentro de un libro olvidado en el castillo de Wolfegg. Los cascos usados para hacer la esfera habían sido recuperados en 1871.
Fallecimiento
El 9 de abril de 1511 Américo Vespucio dictó su testamento a su notario: legaba la mayoría de sus bienes a su mujer y pedía que enterraran su cuerpo en la iglesia de San Miguel de Sevilla o, de no ser posible allí, en la de San Francisco. Ordenaba una misa de réquiem y treinta y tres misas al Santo Amador, y erogaba dos mil maravadíes para que se rogara por su alma:
El mando a la Santíssima Trinidad e a Santa María de la Merced e a la otras mandas acostumbradas a cada una medio ducado de oro. E a la casa de enfermos del Señor Sant Lázaro medio ducado de oro. E a la Iglesia Mayor, por ganar los perdones que en ella son otorgados, un real de plata, el qual mando en tantas vezes quantas se ganan dichos perdones. E a la capilla de Sant Clemente, do está el sagrario de la dicha Iglesia, por reverencia de los Santos sacramentos un real de plata. E a la cera con que se acompaña el Corpus Christi otro real de plata. E que en los nueve dias o en el año siguiente de my enterramiento, me digan todas las misas e sacrificios e hagan por my ánima todas las limosnas que la señora Mari Cerezo, mi muger, quisiere.
Cedió a su esposa su parte en la propiedad de los esclavos, pero llamativamente exhortó a que a Isabel y a sus dos hijos se les concediera la libertad cuando aquélla falleciera:
(...) qu'ellas queden libres e quitas de servidumbre de la dicha mitad que de cada una a mi perteneciente, e por los buenos servicios que me han fecho a mi e a la dicha mi muger; encargo la conciencia de la dicha mi muger, que mire cerca d'ello lo que le paresciere que sea mejor para mi ánima e suya. En quanto al ahorramiento de la otra mitad de cada una d'ellas que a ella le pertenesce.
Estos y otros detalles vieron la luz cuando la investigadora Consuelo Varela Bueno descubrió la pieza testamentaria en el archivo de Sevilla.
Vespucio murió en Sevilla el 22 de febrero de 1512. Su esposa recibió una pensión de la Corona mediante decreto real del 28 de marzo de 1512, a cuenta de los servicios dados por su esposo como piloto mayor. A la muerte de María, un decreto del 26 de diciembre de 1524 otorgó el resto de la pensión a su hermana Catalina Cerezo, lo que prueba que no dejó hijos herederos. El sobrino de Américo, Giovanni (hijo de su hermano Antonio), se hizo cargo de los papeles, cartas y diarios de su tío. Fue nombrado su sucesor como piloto mayor, compartiendo el puesto con Juan Díaz de Solís.
Sus logros como navegante fueron numerosos: participó en la quinta expedición europea que desembarcó en las costas de Brasil, estuvo entre los pioneros en bordear los actuales Uruguay y Argentina, y en el segundo viaje que logró avistar y cartografiar la de la actual Venezuela. Se debe destacar que el nombre de Venezuela históricamente se ha atribuido al cartógrafo italiano Américo Vespucio acompañado de Alonso de Ojeda, en una expedición naval de exploración en 1499 por la costa noroccidental del país, hoy conocido como Golfo de Venezuela. En aquella travesía, la tripulación observó las viviendas aborígenes erigidas sobre pilotes de madera que sobresalían del agua construidas por los indígenas añú. Dichas viviendas, que llevaban el nombre de palafitos, recordaron a Vespucio la ciudad de Venecia en Italia ("Venezia", en italiano), lo que le inspiró a dar el nombre de Venezziola o Venezuela (Pequeña Venecia) a la región.
Exploró tres de los ríos más grandes del planeta: el Amazonas, recién descubierto por el navegante palermo Vicente Yáñez Pinzón, que lo bautizó Santa María de la Mar Dulce; el Esequibo y el Río de la Plata. Exploró unos 10.000 km de costas. Fue uno de los primeros en describir la existencia de la corriente del golfo, descubierta por el navegante y cartógrafo de Palos Antón de Alaminos. Aprendió y desarrolló métodos para determinar con precisión la longitud posicional mediante el estudio de los ciclos lunares y las conjunciones planetarias. Comprendió pronto, como otros navegantes y cartógrafos de su época, que las nuevas tierras descubiertas por Colón no pertenecían a Asia sino que eran un continente aparte. Pero, precisamente él, era amigo de los impresores y, probablemente, también quien les pagó por imprimir un mapa donde al nuevo continente encontrado se le denominó América.
El primer monumento americano en su memoria fue erigido en 1987 en la ciudad de Bogotá.
Existe gran controversia sobre la evidencia documental de los viajes de Vespucio. Según el autor que se consulte, el número de viajes exploratorios hechos por el navegante va desde dos hasta seis.
De los textos atribuidos a Vespucio, han llegado a nuestros días solo seis cartas que narran sus viajes; de ellas, cuatro (o tal vez cinco) fueron dirigidas a su protector, Lorenzo di Pier Francesco de Médici. En orden cronológico:
La primera, remitida a Pierfrancesco desde el puerto de Sevilla el 18 de julio de 1500, que relata los preparativos y las primeras impresiones del segundo viaje. Está escrita y firmada de puño y letra por Vespucio; fue publicada por el abate florentino Angelo María Bandini en su Vita e lettere di Amerigo Vespucci gentiluomo fiorentino de 1745.
La segunda, también destinada a Pierfrancesco desde Cabo Verde el 4 de junio de 1501, que narra el tercer viaje; fue encontrada y publicada por Giovanni Battista Baldelli Boni en 1827.
La tercera, enviada desde Lisboa al regresar de su tercer viaje, en el año 1502. Se la conoce como la "Carta de Lisboa" y afirma en ella haber llegado a las antípodas (en sentido estricto, una clara exageración); fue descubierta en la Colección Strozzi y publicada por Francesco Bartolozzi en 1789. También estaba destinada a Pierfrancesco.
La quinta, llamada "Fragmentaria"; está escrita en italiano y se reduce a solo unos pocos trozos sin encabezamiento ni datación. Según los estudiosos, probablemente sea de 1502, aunque no hay acuerdo; fue descubierta por el profesor Roberto Ridolfi en el Archivos Conti y publicada en 1937. No se conoce el destinatario, pero por el tono se cree que no estaba dirigida a Lorenzo di Pierfrancesco, sino a alguien de mayor confianza, posiblemente el erudito y geógrafo Zenobio Acciaiuoli o quizá el tío Giorgio Antonio. Está escrita en forma de defensa contra quienes objetan la verosimilitud de sus aseveraciones.
La principal controversia se centra en las dos cartas restantes, llamadas "públicas": la cuarta, Mundus Novus, publicada en París en 1504, en latín; y la sexta, Lettera di Amerigo Vespucci delle isole nuovamente trovate in quatro suoi viaggi ("Carta de Américo Vespucio sobre las islas recientemente descubiertas en sus cuatro viajes"), comúnmente abreviada Lettera, publicada en italiano circa 1505 en Florencia.
Subsisten además multitud de copias, ediciones y traducciones de este correo privado, generalmente plagadas de errores de transcripción y de tipografía. Por otro lado es seguro que existieron muchas otras cartas de Vespucio a la Signorias de Florencia y Venecia, que estaban sumamente interesadas en sus descubrimientos. Si esos papeles han llegado a nuestros días, casi con certeza se encuentran en las vastas colecciones del archivo de Estado florentino. Es también muy probable que el Nuncio Papal haya recopilado información sobre las actividades de españoles y portugueses en el Nuevo Mundo, y que tales reportes se conserven en algún recóndito lugar de los archivos vaticanos.
También se conserva abundante correspondencia de la juventud de Amerigo, que fue hallada y presentada a la ciencia por Ida Masetti Bencin y Mary Howard Smith recién en 1902. Se trata de 71 cartas que nunca fueron compiladas en un libro y que apenas vieron circulación impresa. Existe también un libro de ejercicios del navegante que jamás fue publicado. Estos documentos arrojan luz sobre la vida del personaje, pero carecen de valor para esclarecer el enigma de sus viajes.
Finalmente existen dos textos de terceros, llamados "venecianos", que relatan un quinto y sexto viaje del navegante; estos documentos son casi unánimemente considerados apócrifos y los viajes que relatan, nunca realizados:
Carta de Girolamo Vianello a la Signoria de Venecia, con fecha de Burgos del 23 de diciembre de 1506, que relata el quinto viaje, hallada por Leopoldo Ranke en el Diario de Sanuto, en la Biblioteca Marciana de Venecia y publicada por primera vez por Alexander von Humboldt en 1839
Carta de Francesco Corner a la Signoria de Venecia, fechada el 19 de junio de 1508, con que relata el sexto viaje, publicada por primera vez por Henry Harrisse en 1892.

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