
Los campos de concentración, que estaban fuera del alcance de las autoridades judiciales alemanas, siempre habían sido lugares donde las SS podían matar a los prisioneros. Sin embargo, tras el comienzo de la guerra, los campos se convirtieron cada vez más en lugares destinados al asesinato sistemático de individuos y pequeños grupos de personas.
Esos grupos comprendieron: prisioneros de guerra soviéticos seleccionados por los oficiales de la Gestapo como particularmente peligrosos; miembros de grupos de resistencia nacionales; personas a quienes la Policía Criminal (Kripo) consideraba criminales particularmente violentos; grupos de partisanos, reales o supuestos; prisioneros de “noche y niebla” del oeste de Europa; los civiles polacos y soviéticos en Alemania que realizaban trabajos forzados y que fueron acusados de mantener relaciones sexuales con mujeres alemanas o de haber cometido un delito violento; y oficiales militares estadounidenses y británicos recapturados, que se habían escapado de campos de prisioneros de guerra y que iban a ser asesinados según las disposiciones del llamado Decreto de Bala de 1944.
Esos prisioneros, al igual que los judíos europeos que fueron asesinados en las cámaras de gas al llegar a los centros de exterminio, nunca fueron oficialmente registrados como prisioneros, pero por lo general fueron asesinados dentro de las 24 horas de su llegada. Debido a la creciente cantidad de estas operaciones de exterminio a pequeña escala y la necesidad de un modo eficiente de matar prisioneros que se habían vuelto demasiado débiles para trabajar, las autoridades de las SS equiparon varios campos de concentración con cámaras de gas durante 1941-1942.
Incluso antes de la guerra, el sistema de los campos se amplió con la construcción de los campos principales de Sachsenhausen (1936); Buchenwald, cerca de Weimar (1937); Flossenbürg y Mauthausen (1938); el campo de concentración de mujeres de Ravensbrück (1939); Auschwitz (1940), que más tarde también funcionaría como centro de exterminio; y Natzweiler, en Alsacia (1941). Con el aumento de la necesidad de hacer trabajar a los prisioneros, especialmente después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, las autoridades de las SS de estos campos importantes establecieron campos satélite. Buchenwald, por ejemplo, tenía 88 campos satélite, o subcampos, al final de la guerra en 1945. Algunos campos satélite, como Gross-Rosen y Neuengamme, los dos subcampos de Sachsenhausen, crecieron tanto que se convirtieron en campos de concentración de pleno derecho.
La mayoría de los prisioneros de los primeros campos de concentración representaban verdaderos o supuestos opositores políticos al régimen. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, la creciente población de prisioneros comenzó a incluir a quienes disentían por motivos ideológicos o religiosos, como los testigos de Jehová y los miembros disidentes del clero. Dicha población incluía, asimismo, a personas cuyo comportamiento no cumplía con las normas sociales existentes, como los homosexuales, los vagabundos, otras personas supuestamente “antisociales” y los romaníes, quienes, para los líderes nazis, representaban al mismo tiempo un elemento criminal y de raza extranjera en tierra alemana. Los delincuentes habituales también fueron encarcelados en campos de concentración a comienzos de la década de 1930, con frecuencia después de haber cumplido sus sentencias legítimas en prisión.
Después de los progroms de la Kristallnacht ("Noche de los cristales”, más conocida como la "Noche de los vidrios rotos") en noviembre de 1938, los oficiales de la policía y las SS llevaron adelante arrestos masivos de hombres judíos adultos a quienes encarcelaron en campos como Dachau, Buchenwald y Sachsenhausen. El trato particularmente brutal que sufrían los judíos en los campos de concentración contribuyó a impulsar más la emigración de los judíos alemanes y austríacos.
El estallido y la expansión de la guerra alteraron radicalmente la estructura y la composición del sistema de los campos de concentración. La población de los campos aumentó enormemente con la llegada de extranjeros que realizaban trabajos forzados, opositores políticos y combatientes de la resistencia extranjeros, y prisioneros de guerra.
Antes de la deportación general de judíos del llamado Gran Reich Alemán en octubre de 1941, el rápido crecimiento de la población de prisioneros de muchos campos de concentración en territorio alemán inspiró algunas de las primeras selecciones de prisioneros. Los médicos de las SS y los llamados funcionarios de la eutanasia realizaron estas selecciones. A partir de la primavera de 1941, los funcionarios alemanes enviaron a la muerte a los prisioneros enfermos y exhaustos de Dachau, Sachsenhausen, Buchenwald, Mauthausen, Flossenbürg, Gross-Rosen, Niederhagen, Neuengamme, Ravensbrück y Auschwitz a varios centros de exterminio por eutanasia bajo los auspicios de la Operación 14f13: la extensión del llamado programa de eutanasia del sistema de campos de concentración.
Además, durante la Segunda Guerra Mundial, los médicos nazis realizaron experimentos médicos en los prisioneros de algunos campos. Los experimentos para probar medicamentos y tratamientos médicos, formular estrategias de rescate y supervivencia para las tropas del Eje que se encontraban en el campo de batalla, inventar métodos eficientes y económicos de esterilización y sostener las teorías nazis raciales y antisemitas se cobraron la salud y la vida de miles de prisioneros de campos de concentración.
Uno de los hechos más significativos que alteraron la estructura de los campos de concentración fue la decisión de deportar y asesinar sistemáticamente a los judíos europeos. Para facilitar esta "solución final" (la aniquilación física de los judíos), los oficiales de las SS y la policía establecieron cuatro centros de exterminio exclusivamente para este fin en la parte de Polonia que se encontraba bajo ocupación alemana: Chelmno, Belzec, Sobibor y Treblinka. El personal de las SS y la policía de cada uno de estos campos usaron monóxido de carbono para asesinar a una gran cantidad de judíos. La cúpula de las SS también construyó un centro de exterminio en el sistema de campos de concentración. Auschwitz II, mejor conocido como Auschwitz-Birkenau, comenzó las operaciones de exterminio en la primavera de 1942. En Auschwitz-Birkenau, dentro del sistema del campo de concentración, las SS tenían un centro de exterminio que poseía cuatro cámaras de gas y que, en el punto álgido de las deportaciones, podía matar hasta 6.000 judíos por día.
Para garantizar un flujo eficiente de judíos de los países bajo ocupación alemana, los funcionarios alemanes y sus colaboradores establecieron campos de tránsito, como Westerbork, en Holanda, o Drancy, en Francia, desde los cuales los oficiales de las SS y la policía coordinaban la deportación de judíos franceses y judíos en territorio francés, principalmente hacia Auschwitz. En Auschwitz II, los artífices de la “solución final”, con vistas a una mayor eficiencia, usaron el pesticida Zyklon B (ácido prúsico) para matar a los prisioneros por medio de gas. A partir de 1941, las autoridades de las SS construyeron cámaras de gas para matar a grupos más pequeños de prisioneros como parte de las operaciones de “rutina” de Auschwitz I, Lublin/Majdanek, Sachsenhausen, Mauthausen y otros campos de concentración.
Cuando el Tercer Reich comenzó a colapsar, miles de prisioneros de los territorios ocupados por Alemania fueron forzados a marchar hacia el interior de Alemania para evitar la captura masiva de prisioneros por parte de las fuerzas aliadas. Los prisioneros sobrevivientes describieron estas experiencias brutales como “marchas de la muerte” debido a la alta tasa de mortalidad y la crueldad con la que los guardias de las SS les disparaban a quienes no podían seguirles el paso. Debido tanto a las marchas forzadas como al colapso de los envíos de provisiones a los campos durante el último invierno de la guerra, el número de muertes de los prisioneros por hambre, enfermedad y exposición al frío aumentó enormemente. Los historiadores calculan que casi la mitad de los más de 700 mil prisioneros dejados en el sistema de campos de concentración en enero de 1945 habían muerto a fines de mayo. Cientos más murieron incluso después de la liberación porque sus cuerpos habían sufrido demasiado maltrato como para sobrevivir. En los últimos meses de la guerra, el descubrimiento por parte de los aliados de los horrores del sistema de los campos alemanes dejó a la vista del mundo entero el escalofriante alcance de las atrocidades nazis.
Algunos intelectuales calculan que el régimen nazi encarceló a cientos de miles, incluso a millones de personas en el sistema de campos de concentración entre 1933 y 1945. Es difícil calcular la cantidad total de muertes. Según lo indica un cálculo, hubo entre 795.889 y 955.215 muertes de prisioneros registrados, sin contar las muertes de los prisioneros judíos registrados en Auschwitz y Lublin/Majdanek. Si se cuenta la cantidad de judíos (registrados y no registrados) asesinados en Auschwitz (aproximadamente un millón) y en Lublin/Majdanek (al menos 89 mil), la cantidad de muertes en el sistema de campos de concentración oscila entre 1.885.889 y 2.045.215.
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