Hoy recordamos a un Fisico muy importante

Albert Bruce Sabin nació el 26 de agosto de 1906 en Bialystock, en Polonia, en ese momento territorio perteneciente a Rusia. Era uno de los uno de cuatro hijos de Tillie y Jacob Sabin. La familia emigró a Estados Unidos en 1921, asentándose en Paterson, New Jersey, donde el padre de Albert se dedicó al negocio de la seda. De origen judí­o, la familia tuvo que huir del antisemitismo.
Logró el tí­tulo de doctor en medicina en la Universidad de Nueva York en 1931. Fue médico interno del Hospital Bellevue durante el periodo 1932/1934.
Hizo un curso en el Instituto Lister de Medicina Preventiva de Londres durante parte de 1934 hasta 1935.
Durante los dos años siguientes fue investigador asociado del Instituto Rockfeller, es decir entre el año 1935 y 1937. Logró ser profesor e investigador pediático en la Universidad de Pediatrí­a de Cincinnati desde 1939. Comenzó su noble tarea para el lograr el descubrimiento y desarrollo de la vacuna y del suero para combatir la poliomielitis, esa enfermedad discapacitante y asesina que afectaba a millones, especialmente a niños, en el mundo entero. El virus de la poliomielitis es un enterovirus de la familia picornaviridae. Muta rápidamente colonizando el sistema gastrointestinal para pasar inmediatamente a la circulación.
En el año 1953 descubrió un mutante que, aunque no determina la parálisis, se multiplica y estimula la producción de anticuerpos activos contra el virus de la poliomielitis. Este mutante es el que permite fabricar la vacuna -llamada vacuna de Sabin-, en homenaje a su descubridor desde 1956.
Muchos de sus experimentos sobre el virus del polio fueron publicados en la Fundación Nacional de la Parálisis Infantil de los EE.UU., institución fundada en 1938 por el presidente Roosvelt, que habí­a padecido el mal.
Durante la Segunda Guerra Mundial, sirvió en el Cuerpo Médico del Ejército de los Estados Unidos, en donde intervino en el desarrollo de una vacuna contra la fiebre del dengue y la exitosa vacunación de 65.000 miembros del personal militar contra la variante japonesa de la poliomielitis.
En ese momento existí­a la vacuna desarrollada por Jonas Edward Salk, a base de virus vivos e inyectable. Salk consiguió cultivar en su laboratorio los tres tipos de virus de polio conocidos y, por fin, desarrollar una vacuna experimental de virus muertos, que luego se convirtió en la primera vacuna antipoliomielí­tica realmente efectiva. la vacuna Salk se comenzó a utilizar en 1955 después de haber sido probada su eficiencia.
En 1957 la Organización Mundial de la Salud (OMS) probó la vacuna oral con éxito en niños de Rusia, Holanda, Chile, Suecia y Japón. Sin embargo, en Estados Unidos hubo serias dificultades para reemplazar la vacuna inyectable, con virus muertos.
La vacuna Sabin fue lanzada al mercado en 1961 y se administraban de manera muy simple y atractiva: tres gotas en un terrón de azúcar, en tres dosis.
Gracias a Sabin, la OMS y Rotary International esta vacuna, pudo llegar por su simpleza y facilidad de administración a toda la población del mundo, permitiendo el éxito de las campañas habiéndose logrado erradicar la poliomielitis de casi todos los continentes, a excepción de África. Mientras tanto, la vacunación de los niños debe continuar en todo el orbe, ya que la globalización favorece las posibilidades de contaminación.
Sabin renunció a los derechos de patente, consintiendo su rápida difusión a todo el mundo. El autor de esta nota recuerda haberla recibido por primera vez, ya siendo médico, en 1963, en el Hospital Regional de Mar del Plata.
En 1957, Sabin fue condecorado en Argentina con la Cruz de la Orden de Mayo.
Un año antes de su muerte, Sabin advirtió a la sociedad que para luchar contra las enfermedades debe lucharse antes por defender la calidad de vida y erradicar la pobreza.
Albert Sabin falleció en Washington, EE.UU., en 1993, después de haber dedicado la mitad de su vida a los seres humanos y haber desplegado una incansable lucha contra la poliomielitis. Fue un verdadero benefactor de la Humanidad.
Sabin nunca recibió el Premio Nobel de Medicina, aunque en 1954 se le otorgó, por estudios vinculados a la poliomielitis, a John Enders, Thomas Weller y Frederick Robbins.

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