
Tras la guerra, los Aliados occidentales advirtieron que la opinión pública belga seguía dividida sobre el rol de Leopoldo III durante la ocupación alemana, y por ello se abstuvieron de apoyar su retorno a Bélgica para así evitar desórdenes internos. El hermano del rey, el príncipe Carlos, fue nombrado regente por el Parlamento en 1945 y se acusó a Leopoldo III de incapacidad para reinar por ordenar en 1940 que el ejército belga capitule ante los alemanes, por incluirse él mismo como Jefe de Estado en semejante rendición, y por negarse a seguir al gobierno legítimo hacia el exilio estando en condiciones de hacerlo. En 1945 todos los grandes partidos políticos belgas eran hostiles a una restauración de Leopoldo III, siendo éste un asunto sobre el cual concordaba tanto el gobierno Pierlot en el exilio como los principales líderes de la Resistencia antinazi que habían emergido como figuras políticas de posguerra. Al faltar una decisión rápida sobre la denominada cuestión real, Leopoldo III se instala en Suiza pero sin abdicar. En 1946 el Parlamento inicia una investigación sobre la conducta del Rey en 1940 sin que se pueda acreditar la existencia de una deslealtad que impida al monarca ejercer sus derechos.
Una consulta popular realizada en 1950 sobre el retorno del Rey Leopoldo determina un apoyo del 57,68% a nivel nacional en favor del regreso, con una mayoría favorable al rey de hasta 70% de los electores en Flandes pero con una oposición superior al 40% en Valonia; ante el resultado se llama al rey para ocupar el trono en junio de 1950. Pese a esto, ocurren una serie de graves altercados en el país que ocasionan tres muertos, mientras en Valonia se hace evidente un masivo rechazo hacia la figura del monarca. Ante el temor que su permanencia pueda causar una guerra civil, Leopoldo III optó por abdicar en su hijo Balduino I el 16 de julio de 1951, cuando éste cumplía la mayoría de edad.
Leopoldo III conservó su título de rey y continuó viviendo en el palacio de Laeken, donde Balduino le mantuvo en el papel de cabeza de familia. Esta situación acaba cuando el joven rey Balduino se casa. Entonces, Leopoldo con su segunda esposa y sus hijos se instala en la propiedad real de Argenteuil, cerca de Bruselas. Dedicó el resto de su vida a su pasión, la antropología social y organiza expediciones científicas a zonas tropicales (Amazonia, Zaire) y enriquecerá con sus colecciones el Museo Real de Historia Natural belga . Tras ser sometido a una operación de by pass falleció el 25 de septiembre de 1983, y sus restos reposan en el panteón real, la iglesia de Laeken (Bruselas).
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