
Según los términos del acuerdo, ambos firmantes consentían en darse ayuda mutua; si alguno de ellos moría sin descendencia, su reino sería ocupado por el superviviente; los territorios que en el futuro fueran conquistados a los musulmanes se repartirían entre ambos, perteneciendo al reino de León desde Niebla hasta Lisboa, quedando el resto para el reino de Castilla.
La muerte de Sancho III a finales de agosto del mismo año y su sucesión por Alfonso VIII, menor de edad, serían aprovechadas por Fernando II para extender sus dominios hacia territorio castellano, dejando sin efecto el tratado.
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