Batalla de Guadalete

Es el nombre con el que se conoce una batalla que, según la historiografía tradicionalmente admitida, basada en crónicas árabes de los siglos X y XI, tuvo lugar en España entre el 19 y el 26 de julio de 711 cerca del río Guadalete (en Bética, España) y cuyas consecuencias fueron decisivas para el futuro de la Península Ibérica. En ella el rey godo Rodrigo fue derrotado y probablemente perdió la vida a manos de las fuerzas musulmanas comandadas por Táriq Ibn Ziyad. La derrota fue tan completa que supuso el final del estado visigodo en Hispania.
Algunos estudiosos contemporáneos negaron la ubicación tradicional de la batalla y sostuvieron que tuvo lugar entre Medina Sidonia y la laguna de La Janda, lo que hizo que en tiempos más recientes se haya conocido también como Batalla de la laguna de La Janda o del río Barbate. Sin embargo, Sánchez Albornoz, que reconstruyó los hechos a partir de los archivos cristianos y las crónicas árabes, aportó nuevos datos y testimonios que respaldaban que Wadilakka era efectivamente el río Guadalete, cerca de la despoblada ciudad de Lacea, precisamente donde los antiguos habían situado el encuentro bélico.
El fulminante avance del ejército musulmán vino motivado por el posterior desconcierto en las filas godas tras la aplastante derrota del ejército real y la muerte del monarca, aumentado por la rápida caída de la capital que evitó la elección de un nuevo rey y el establecimiento de una línea de resistencia. Lejos podían suponer los conjurados que su petición de ayuda para recuperar el trono a cambio de tributos les iba a costar tan caro y cuáles eran las verdaderas intenciones de conquista de los árabes.
En el devenir que tomaron los hechos hubo factores importantes que lo propiciaron, como los numerosos descontentos que se unieron a las fuerzas invasoras, encontrando la colaboración de la población hispanorromana, que no tenía derecho a participar en el gobierno (salvo en el de la Iglesia) y que veía en el nuevo invasor un posible aliado contra los germanos. También se habla de la ayuda de la población judía, la cual venía siendo perseguida por la monarquía católica visigoda, y de gran parte del resto de la población que no opuso resistencia, exasperada por las continuas hambrunas y epidemias y deseosa de una estabilidad política.
Con posterioridad Musa desembarcaría él mismo en Algeciras al mando de 18.000 árabes que reforzarían al contingente de Tariq, prosiguiendo la ocupación de las tierras hispanas hasta el valle del Ebro, y algunas regiones de Gallaecia y su intento de invadir el resto de Europa a través del reino franco merovingio.
Se ha discutido por parte de algunos historiadores tanto la veracidad como la trascendencia de esta batalla,[cita requerida] que bien podría no haber sido más que un enfrentamiento de pocos centenares de hombres. Es considerado, sin embargo, como desencadenante de la Invasión musulmana de la Península Ibérica, que supondría la desaparición del reino visigodo de Hispania.
Tradicionalmente se ha considerado que entre las huestes derrotadas que huían hacia el norte del campo de batalla y de la caída de Toledo se encontraría muy probablemente Don Pelayo, legendario precursor de la Reconquista tras la batalla de Covadonga.

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