
El tratado contenía cláusulas de no agresión mutua, así como un compromiso para solucionar pacíficamente las controversias entre ambas naciones. A ello se agregaba la intención de estrechar vínculos económicos y comerciales, así como de ayuda mutua. No obstante el tratado contenía también unas cláusulas secretas (sólo para conocimiento de los jerarcas de ambos gobiernos y no reveladas al público) donde el Tercer Reich y la Unión Soviética definían prácticamente el reparto de la Europa del este y central fijando los límites de la influencia alemana y soviética mediante mutuo acuerdo, determinando que Polonia quedaría como "zona de influencia" que se repartirían entre ambos estados, mientras que la Unión Soviética lograba que Alemania reconociese a Finlandia, Estonia y Letonia como "zonas de interés soviético" y, más tarde, también Lituania. También se comprometían a consultarse mutuamente sobre asuntos de interés común y a no participar en cualquier alianza formada en contra de alguno de los estados firmantes.
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