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Luego de que Sanclemente tuviera que delegar el poder al vicepresidente Marroquín por dificultades de la salud, Marroquin, el cual era más cercano al bando histórico de los conservadores, asumió la presidencia. Lo que dio un vacío de poder que desembocó propiamente en la guerra que se inició con el asalto por parte de liberales mal organizados a la ciudad de Bucaramanga, lo cual provocó la respuesta del gobierno central. Aprovechando el aparato del estado, las comunicaciones y el contar con un ejército regular organizado y financiado, los conservadores siempre se enfrentaron en superioridad de condiciones a los liberales. A estos últimos se les dificultó el crear fuerzas regulares salvo en los departamentos de Santander y Panamá, donde sí lograron mantener enfrentamientos regulares.
Las primeras derrotas militares para el bando liberal comenzaron días más tarde de haber iniciado la guerra en la batalla de los Obispos en el Rio Magdalena el 24 de octubre de 1899. Pero el sector conservador, también se vio envuelto en problemas bastante delicados. Estos últimos se dividieron entre Históricos y Nacionalistas en un frenético intento de poner el país en orden [cita requerida]. Los primeros lograron derrocar al presidente Sanclemente para colocar a su sucesor José Manuel Marroquín. Por su parte los liberales nombraron presidente del país a Gabriel Vargas Santos para que opacara a los mandatarios constitucionales del sector conservador.
Conforme al avance de la guerra, ésta tomó un giro más represivo y cruel, incluso la población se dividió para tomar parte en cada bando de un modo más fanático, pese a los esfuerzos de cada partido por obtener victorias que luego serían ilusorias. Sin duda, las batallas de Peralonso y de Palonegro (Santander) pusieron al país en su lugar en cuanto a la magnitud de los daños que dejaba la guerra. En la primera, los liberales obtendrían su última victoria de manos de Rafael Uribe Uribe. En Palonegro (25 de mayo de 1900) los conservadores detuvieron a sus enemigos forzándolos a un combate de desgaste, seguidos por el sitio a la ciudad de Cúcuta.
Con Palonegro, la guerra se volvió un conflicto sin sentido y carente de significado para los partidos [cita requerida]. Los liberales aguantaban desesperadamente ante las escasas ayudas de otros países, al tiempo que el propio partido se dividía entre Pacifistas y Belicistas. Los conservadores Nacionales pronto comprendieron que lo mejor era detener la guerra, que ya por entonces se centraba en Panamá y la costa del Mar Caribe.
Con esa decisión, se evitó internacionalizar la guerra (en Venezuela se trataba de provocar un conflicto abierto a través de su presidente Cipriano Castro quién apoyaba a Uribe Uribe para colocarlo en el poder). Las tropas de Marroquín lograron cortar la ayuda venezolana a los liberales (29 de julio de 1901), quienes fueron derrotados por el general conservador Juan Tovar. El general Uribe se vio entonces obligado a rendirse, pero con algunas condiciones.
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