
Al mando estaría el veterano mariscal de campo Von Rundstedt, que tendría a su cargo los ejércitos 7º y 15º, fuertemente desgastados en la batalla de Normandía, los cuales guardarían los flancos limitándose a una función de contención, mientras que el 5º Ejército Acorazado (Panzerarmee) a las órdenes del General der Panzertruppen (general de tropas blindadas) Hasso von Manteuffel y el 6º Ejército Acorazado, al mando del Oberstgruppenführer (general de las SS) Josef "Sepp" Dietrich quebrarían el frente.
En la fecha elegida, el 16 de diciembre de 1944, la punta de lanza del ataque, el 5º Ejército Panzer, arrolló a las inexpertas tropas estadounidenses que defendían las Ardenas, capturando 7.000 prisioneros en un solo día. Prácticamente nadie en el mando aliado esperaba una ofensiva alemana en ese momento de la guerra, en el que Alemania estaba en retirada. Además era un día en el que hacía un tiempo pésimo y en el que la superioridad aérea aliada, por tanto, no fue decisiva, puesto que la gran mayoría de sus aparatos se quedaron en tierra.
La ofensiva obtuvo un gran éxito inicial. Sin embargo, los Aliados reaccionaron y trataron de contener el avance alemán. A los alemanes se les sumó posteriormente la dificultad de que, a los pocos días, la niebla se levantó coincidiendo con que a las divisiones acorazadas de Von Manteuffel se les estaba agotando el combustible, lo que las convirtió en blanco fácil para los cazabombarderos aliados cuando estaban a menos de 100 kilómetros de Amberes.
En este momento, los generales alemanes pidieron a Hitler una retirada parcial hacia posiciones más defendibles, dando por buenas las victorias que habían obtenido hasta el momento y, sobre todo, alejando el peligro de embolsamiento que ellos mismos habían creado con su penetración, así como el precario estado de sus líneas de abastecimiento y su falta de combustible. Hitler, al mismo tiempo que se oponía a una retirada rápida, ordenaba un repliegue lento y combatiendo.
Una vez superada la sorpresa inicial, los Aliados "sacudieron" durante las semanas siguientes el "bulge" (comba) creado por los alemanes (refiriéndose al saliente), hasta hacerles retroceder por la fuerza a sus posiciones de partida.
El resultado de la batalla se podría interpretar como un empate. Ambas fuerzas tuvieron unas pérdidas similares (unos 80.000 hombres por cada bando entre heridos, muertos y prisioneros, y aproximadamente 700 carros de combate). Sin embargo, para Alemania fue una herida de muerte que aceleró el final de la guerra en el Frente Occidental. Mientras los Aliados poseían enormes reservas de hombres, material y pertrechos, los alemanes habían dejado exhaustas sus últimas reservas móviles. Nunca más volvieron a recuperar la iniciativa estratégica.
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