
El Etna es uno de los volcanes más activos del mundo, y está casi en constante erupción. Aunque en ocasiones puede ser muy destructivo, no está contemplado como un volcán particularmente peligroso y miles de personas viven en sus alrededores e incluso en sus faldas. La fertilidad de la tierra volcánica hace que la agricultura extensiva, con viñas y huertos, se extiende a lo largo de las laderas de la montaña. Debido a la reciente actividad volcánica y a su población, el Etna ha sido designado como uno de los 16 volcanes de la década por las Naciones Unidas.
La erupción de 1693. Durante los últimos 2000 años la actividad del Etna ha sido por lo general efusiva, con ocasionales erupciones explosivas en su cumbre. La más destructiva durante este período ha ocurrido entre marzo y julio de 1669 cuando, según se estima, se emitieron 830.000.000 de m³ de lava y tefra (algunas estimaciones son de hasta un kilómetro cúbico). La erupción estuvo precedida de dos meses de terremotos cada vez más poderosos centrados en las cuestas de la montaña, hecho que finalmente persuadió a los habitantes locales a abandonar sus casas y la extensamente destruida villa de Nicolosi. El 11 de marzo, se abrió una fisura de 9 km de largo en el flanco sur de la montaña, extendiéndose desde la cota de 2.800 m hasta la de 1.200 m más abajo. La actividad migró cuesta abajo de forma continua y el ventiladero mayor finalmente se abrió cerca de la villa de Nicolosi. El cono de ceniza acumulado en el ventiladero en erupción se conoce con el nombre de Monti Rossi (Montes Rojos) y es todavía un hito prominente del terreno.
Nicolosi fue rápidamente enterrado por flujos de lava y dos pequeñas localidades cercanas fueron también destruidas durante el primer día de erupción. Ésta fue extremadamente voluminosa y otras cuatro localidades fueron destruidas en los tres días siguientes por flujos de lava orientados hacia el Sur. Luego de aniquilar dos poblados de considerable tamaño a fines de marzo, la lava alcanzó las afueras de Catania a principios de abril.
Al principio, la lava se amontonó sobre los muros de la ciudad, que eran lo bastante fuertes para soportar la presión del flujo. Sin embargo, aunque la ciudad estaba temporalmente protegida, la lava escurrió hacia su puerto, destruyéndolo. El 30 de abril la lava pasó por sobre los muros de la ciudad que entonces cedieron. Los habitantes construyeron muros cortando las principales calles de la ciudad para detener el flujo de lava, los que resultaron bvastante efectivos mas no evitaron la destrucción de la parte occidental de la ciudad.
Durante la erupción, los residentes de Catania también intentaron desviar la lava flujo arriba. De acuerdo a un relato posiblemente apócrifo, sus esfuerzos se toparon con la resistencia armada de los ciudadanos de un poblado que habría sido destruido si se hubiese desviado efectivamente la lava. Más allá de si este hecho ocurrió o no, se aprobó posteriormente una ley que prohibía la desviación artificial de los flujos de lava, que no fue revocada sino hasta 1983.
Nicolosi fue rápidamente enterrado por flujos de lava y dos pequeñas localidades cercanas fueron también destruidas durante el primer día de erupción. Ésta fue extremadamente voluminosa y otras cuatro localidades fueron destruidas en los tres días siguientes por flujos de lava orientados hacia el Sur. Luego de aniquilar dos poblados de considerable tamaño a fines de marzo, la lava alcanzó las afueras de Catania a principios de abril.
Al principio, la lava se amontonó sobre los muros de la ciudad, que eran lo bastante fuertes para soportar la presión del flujo. Sin embargo, aunque la ciudad estaba temporalmente protegida, la lava escurrió hacia su puerto, destruyéndolo. El 30 de abril la lava pasó por sobre los muros de la ciudad que entonces cedieron. Los habitantes construyeron muros cortando las principales calles de la ciudad para detener el flujo de lava, los que resultaron bvastante efectivos mas no evitaron la destrucción de la parte occidental de la ciudad.
Durante la erupción, los residentes de Catania también intentaron desviar la lava flujo arriba. De acuerdo a un relato posiblemente apócrifo, sus esfuerzos se toparon con la resistencia armada de los ciudadanos de un poblado que habría sido destruido si se hubiese desviado efectivamente la lava. Más allá de si este hecho ocurrió o no, se aprobó posteriormente una ley que prohibía la desviación artificial de los flujos de lava, que no fue revocada sino hasta 1983.
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